ya acabó su novela

SOL DE MEDIANOCHE

Publicado: 2017-05-09


CAPÍTULO 1

En la oscuridad que sumerge la sierra de este pueblo dejado de Dios, hay un bar donde suena un piano y una hipnótica voz pone a temblar a todo el público. Uno con la forma de un tonel de ron da vueltas por el suelo y hay carcajadas que retumban en cada resquicio del salón. Pero en una habitación contigua, nada puede interferir la conversación que se da entre dos hombres de saco, sudorosos, con puros encendidos.

- Viste el reportaje de la cruda. – dice el Congresista.

El Gobernador asiente botando humo por la nariz. Da un sorbo al vaso ya frío sobre la mesa.

- Yo no me preocuparía. Sé de buena fuente que no ha dado con los restos, si es que aún existen, no ves que se ha incinerado todo…

- Ya veo, ya veo… ¿Pero qué tienes pensado?

- Esto no depende mí, Gobernador. Pero estoy seguro que tienen planeado hacer algo desde Lima. En Inteligencia son capaces de todo.

- Ese reportaje fue demasiado.

El Congresista prueba con desagrado su bebida.

- Oye, este trago está hecho una porquería. ¡Albino! ¡Albino!

Un joven enjuto y poca cosa se acerca a la mesa con unos pantalones apretados, meneándose.

- Buenas noches, Congresista. ¿Qué se le ofrece?

- Tráiganos dos calientes de vino, y rápido que el Gobernador está con sed.

- De acuerdo.

- Por cierto, al entrar noté a un joven tocando el piano de una manera brillante.

- Una voz excepcional – añade el Gobernador.

- Es un crudo que me pidió tocar esta noche. No sé de dónde ha salido, es muy extraño. Tiene un hermano de apariencia dispar. Ya los conocerán.

- Excelente – se apresura el Congresista – Sí he visto al hermano, es un pigmeo. Al terminar, dígale que venga a nuestra mesa.

- Se lo diré, señor Congresista. Y por cierto, todos aquí estamos con usted. Ese reportaje que salió en la televisión… pura basura. ¡Ya no saben qué inventarse!

- Gracias Albino – contesta el Congresista. - ¿Cómo está tu mamá?

- Muy mal, señor Congresista, mi madre está cada vez peor. Pero por el trabajo que me has dado estamos muy agradecidas, nos está salvando de la miseria y todo por su buen corazón…

- Trae los calientes Albino,- interrumpe el Gobernador- y no te olvides de traer al músico. –

- Y al enano. – puntualiza el Congresista.

Albino se retira dando una risotada, mientras los dos hombres sentados brindan con el trago de caña, vino, chancaca y azúcar caliente para combatir el frío. Sin embargo, los recuerdos del reportaje sobre el descuartizamiento de esas personas invaden la mente del Gobernador, invalidando cualquier posibilidad de distracción.

- Necesito tener al menos una pista de lo que se hará...

- De eso se están ocupando los que deben, hermano. No tiene que ver contigo ni conmigo. Inteligencia es campeón en esas cosas.

- Han encontrado restos que ni siquiera yo sabía que existían y están buscando responsables. ¿El estudiante Juan Cusme? ¿Su madre? Yo no sé quién va a responder por esos cuerpos, porque a mí nadie me ha pagado por ellos, ¿supongo que a ti tampoco, verdad?, ni a otro funcionario del Gobierno...

- Nadie va a salir perjudicado, Gobernador.

- Están atribuyendo a mi Gubernatura desapariciones selectivas, cremaciones humanas, torturas, etc. Dicen que desaparezco a mis enemigos políticos como si fuera una especie de monstro. Y usted también está hasta hundido hasta el cuello en esta mierda. Dígame Congresista, ¿por qué estás tan tranquilo? ¿Cómo lo va a resolver?

- Sabes bien que no puedo hablar más de la cuenta y que usted no es la pieza más importante del rompecabezas. Si no fuéramos amigos me levantaría de esta mesa. Pero sí tanto necesitas información, te puedo dejar algo para que duermas en paz.

- Yo mismo lo voy a premiar con cualquier puta de este pueblo.

- Esa oferta sí me gusta, Gobernador, pero no lo hago por eso, sino para que esté más tranquilo. - "No hay animal más peligroso que un hombre nervioso", piensa el Congresista.

¿Usted, por si acaso, sabe que es “La Zurda”?

- Si no me equivoco, era un diario conocido de los 80’s. Pensé que ya no existía. Lo leía mi padre.

- Corrección. Era el de mayor circulación por todos estos pueblitos de la cordillera de Sierra de Dios, y aún existe. En teoría. Desde mañana funcionará como medio oficial de noticias del Gobierno por toda la región. El plan está estructurado con diversos ministerios para que se reparta de forma gratuita en cada posta, y sea leído en los colegios y hasta en las iglesias. Hay un desembolso de millones en telecomunicaciones, pero desde arriba, quieren que todo esté tranquilo. Los conductores radiales contarán solo las noticias que salgan desde los emisores de este diario, y nadie se verá perjudicado por el reportaje de la “cruda”. Hasta los sacerdotes están involucrados. Es más, te puedo dar “La Zurda” de mañana para que tengas una idea.

El Capitán saca de su abrigo un periódico. El titular dice: “Vampiros en Sierra de Dios” y en primera plana presenta censurables imágenes filtradas por el propio Gobierno. Entre los cuerpos cadavéricos se encuentra el del muchacho mencionado anteriormente, Juan Cusme, un joven rebelde que hace tiempo estaba conspirando contra el pequeño Gobierno de Sierra de Dios y que simplemente desapareció junto a su madre. Su rostro luce tan desfigurado que nadie podría reconocer al reciente joven perdido. El artículo trata sobre unos salvajes dedicados a secuestrar gente para drenar toda su sangre y venderla a precios incalculables en el mercado negro limeño.

- Suena creíble ¿no es verdad? Y aunque no suene como tal, lo creerán. – señala el Congresista

- ¿Y qué será de la periodista?

Tan pronto como lo dijo, empieza a sentirse confundido, asqueado. El Congresistas también cierra los ojos, frunciendo el ceño.

- ¿Señores, se encuentran bien?

La copa del Gobernador salta por los aires. Es Albino, al lado de un hombre corpulento, velludo, con sombrero y de lo que parece ser un rechoncho enano pelirrojo. El Congresista y el Gobernador estaban gélidos, como si una premonición se hubiese vuelto realidad delante de sus ojos. El Gobernador, abochornado, emplea el periódico para secar la mesa en frente del mozo y los dos excéntricos personajes.

-Sí, Albino, discúlpanos. Señores, ha sido una reacción involuntaria. Sucede que leí algo que me ha provocado cierto estupor. Es solo una tontería…

- No tiene de qué disculparse. He venido a presentarles al grandísimo músico Avery... y su hermano que… no sé qué es… lo siento- dice mirando hacia el enano pelirojo. Tiene las uñas muy afiladas y la barba poblada, además parece tener el pecho lleno de vello.

- Gracias por los tragos, Albino. – dice el Capitán, reincorporándose del acontecimiento– Lo necesitaba. Puedes traer dos más y ustedes – señalando a Avery y al enano - siéntense, por favor. ¿Pequeño, cómo te llamas? – pregunta señalando con el dedo. - el enano hace esfuerzos por trepar al asiento, pero una vez arriba, se hace de un vaso medio vacía que tenía restos de caliente y cenizas, y se lo bebió de un porrazo.

- Soy Frank, señor. Qué delicioso licor se bebe aquí.

- Ya estás borracho, Frank. – señala disgustado Avery. Los demás sonríen. La sangre vuelve a subir a la cabeza del Gobernador y pide un brindis para olvidar el mal momento. Avery tiene una gran caja toráxica y es pálido como la luna, aunque sumamente elegante.

- ¿De dónde son? – pregunta el Congresista. – Porque nunca he visto personajes tan peculiares como ustedes. No se ofendan, por favor, pero parecen salidos de circo.

- No estaría muy lejos de la realidad. – responde Avery- Nuestra madre pertenecía a la empresa circense de Córdoba. La acompañamos por todos los lugares del mundo, participando en cada función. Yo me encargaba de los fondos musicales y mi hermano entretenía al público junto a los payasos. En esos viajes hubo quien me enseñe vaguedad de tangos en el piano. Sin embargo, cuando mamá murió, decidimos abandonar el circo y dedicarnos a recorrer las cordilleras.

Albino aparece con los tragos y entre todos se echan un salud.

- Aquí todo es muy tranquilo, se aburrirán – señaló el Gobernador – Este es el único sitio donde escuchar buena música de vez en cuando. El Congresista ha invertido mucho para que sea lo más parecido a los bares cosmopolitas.

- Tú eres un músico impresionante. Me quedé anonadado al escucharte, ¿era Gardel lo que tocabas? Aquí nadie tiene buen gusto. Te agradezco.

- Es de un sujeto que me regaló la canción en Jujuy - responde Avery- era el más grande compositor jamás conocido.

- Gracias, muchas gracias.

- Lo pone a uno de gallina, como dice el Congresista. Y su hermano es sumamente...pícaro. ¿Frank, te gusta beber, cierto?

- Sí. Me encanta beber vino, whisky, caña, ron… - y se toma un vaso entero en seco y volteado. Después, eructa fuerte en la cara del Congresista y todos estallan en carcajadas. Sus barbas rojas y sus ojos bizcos son perversamente cómicos y sus pies no llegan a tocar el suelo.

- Pasa siempre con los enanos. Lo que no tienen de alto, lo tienen de borrachos. – señala el Gobernador.-

- Y de dementes. – acota Avery.

- Descuida, Avery. ¡Albino! ¡Albino! – empieza a llamar el Gobernador.

Albino llega viendo desencajado el sitio donde Frank se tambalea y deja caer un vaso más grande que su pie.

- Traiga una botella de litro de caliente, de inmediato.

Albino viene con el trago, esta vez enojado al ver al rechoncho personaje botar el trago, pero los cuatro beben sin inmutarse, dando grandes sorbos, fumando cigarros y puros. Avery les cuenta la cantidad de historias y canciones que ha aprehendido por las cordilleras, les detalla los efectos de la absenta (un licor del cual no tienen ni idea) y les retrata a las bellas damas que conoció, mediante metáforas que saca de su profunda y entonada voz.

¿En dónde vive aquel músico tan prolijo? ¿Por qué su hermano es un enano pelirrojo? Las preguntas sobran cuando se tiene al frente a la extraña pareja, uno perfilado y locuaz, vasto en cultura, alto y con mucho vello; y a su hermano jorobado y gordo, pasado de copas, balbuceando, eructando y llenándose las barbas rojas y la ropa de vino.

- Es un poco vulgar. – admite Avery – A veces pienso que en nosotros, no corre el mismo río de flujo.

- No hay nada de qué avergonzarse. – dice el Congresista

- ¿Y algo qué temer? – menciona Avery – ¿o pretende que nos olvidemos la forma de cómo reaccionaron cuando los interrumpimos? No quiero ser entrometido, pero de verdad me pregunto, ¿tanto les asustamos yo y mi pobre hermano?

El rostro del Gobernador se puso sumamente serio, después respondió.

- Tengo que admitir que se equivoca. Señor Avery, me he consternado por otra razón. Su hermano – el Gobernador mira a Frank que está semiinconsciente en su sitio- me parece una criatura... entrañable. Sin embargo, si reaccioné de ese modo, fue porque me sorprendió en medio de una toma de decisión importante aquí con el Congresista. - Su cara se pone colorada y apoya sus manos en la mesa. Los demás guardan silencio. - Pero tenga la certeza, señor Avery, que si algo pretendiera dañar a este pueblito donde ni Dios se asoma, yo me encargaré, y lo más importante…

- Lo más importante es que nada va a perjudicarnos – interrumpe el Capitán - Con el apoyo de nuestro pueblo y la fe en Dios podremos atrapar cualquier cosa que pretenda infundirnos miedo. ¿No es cierto?

Avery sabe que no debió mencionar el tema. El Congresista susurra algo en los oídos del Gobernador. Frank yace dormido desde hace buen rato, por lo que el último brindis se da entre los tres. De inmediato, se levantan de la mesa.

- Esté atento a las noticias, señor Avery. – señala el Congresista.- Ahora ya es tarde para hablar de política.

Asiente entre risas. Se despiden de y los políticos pasan a retirarse del bar. Frank está roncando en su lugar de la mesa, mientras que Avery saca un pomo del saco negro, lo destapa y coloca a la altura de la nariz del enano. El aroma a sangre empieza a invadir cada uno de los sentidos de Frank, quien abriendo los ojos inyectados y con las encías dejando salir los colmillos, recibe un cocacho que lo reduce en larga caída hasta el piso.

***

CAPÍTULO 2

En la puerta que transmite una luz roja fosforescente en medio del vaho, Rosaura negocia su rescate con quienes exhaustos de la jornada aglutinante de la Sierra de Dios, desquitan su rabia con ella. Pocos minutos antes de cerrar el burdel, uno se acerca con la frente pegada al suelo. Ella sonríe y repite las palabras usuales:

- ¿Te atiendes?

Lo mira detenidamente. Es tan insignificante como un gusano y al mismo tiempo, le provoca cierta ternura. "Debe ser virgen", piensa en lo que le da la espalda.

- No te quedes ahí, conmigo es más cómodo. - dice desde la cama.

- Estás tal como dicen afuera. – dice el muchacho alzando al fin la mirada, no debe tener más de 17 años.- De verdad, la más guapa de todas las chicas.

Atraviesa lentamente la habitación roja. En el fondo hay un colchón, cuatro paredes rojas y un baño sucio sin puertas donde se luce un inodoro también sin tapa. Huele a sexo en todo el lugar y Rosaura lleva puesta una lencería negra sobre su piel blanca. Él permanece sentado a su lado, atontado.

- Quiero que sepas que eres la primera con la que lo hago.

- ¿Y cómo sabes que soy la más guapa de todas?

- Las he visto al venir por ti.

- No seas mentiroso.

Intenta abrazarla, pero ella se aleja.

- Son 35. – el muchacho mete su mano en el bolsillo y saca la cantidad exacta. Ella le pide que las deje al pie de la cama. Lo hace y vuelve a sentarse a su lado. De inmediato, se echa sobre ella y le da un beso. Ella se limpia la baba con la mano. Se nota fastidiada. Él vuelve con rapidez y se sienta a su lado, poniéndole una mano encima de la pierna. Empieza a abrirle el cinturón y a meter sus manos debajo de su ropa interior hasta él la separa de su cuerpo.

- ¡Auch! Cuidado con las uñas, mierda.

Rosaura sabe que el roce ha sido mínimo, pero piensa que es mejor no decir nada y acabar con todo de una vez.

- No ha sido tu culpa. - Dice el muchacho y le sonríe. Ella devuelve una sonrisa más fingida que el orgasmo de las prostitutas. Una vez sin camisa, le toma con fuerza del cuello y la empieza besar en la boca, pero ella cierra los labios. Entonces, él la empuja contra la cama y se coloca encima. Una cadena en forma de cruz cae sobre su oreja.

- Abre la boca, mi amor.

- No.

- ¿Por qué no?

- Tú pagaste por mi cuerpo, no por mi boca.

- Tu cuerpo es tu boca.

- No voy a besarte en la boca.

Prosigue agarrándole los pechos y ella le quita la mano.

- No.

- ¿No qué?

- Tú no pediste verme los pechos.

- ¿No te vas a quitar el sostén?

- No, ¿por qué? ¿Acaso lo negociamos?

- Eres un pedazo de mierda...

Rosaura le asesta una patada en los genitales. El muchacho la mira con gesto fruncido mientras es sacado de encima. Caen sus pantalones, su ropa interior y un pene pequeño y flácido se pone en frente de la prostituta.

- Encima con esa piltrafilla. !Anda ya, cáchese a su vieja! !Largo! !largo!

Corre un viento gélido en la habitación. Él la mira con la lencería aún puesta y un rencor insano lo invade. Se levanta airado de la cama, aún con los calzones colgando.

- No sabes con quién te has metido, puta de mierda. - grita el muchacho antes de irse.

Rosaura contempla como él le increpa lo pésimo de su servicio, que se las verá después, que todas las perras son iguales. Patea el dinero que antes dejó al pie de la cama. El vigilante Tumbo se hace presente pero el muchacho lo empuja y sale apresurado.

***

Rosaura camina por las calles de piedra en las afueras del burdel, cubierta por una copiosa lluvia. Un silbido le hace voltear y puede ver a un viejo con una mula cargando maíz en una carroza. A su lado, dos hombres uniformados le gritan algo que no alcanza a oír, pero que sin duda se refieren a ella. Desde que pasó el incidente con el muchacho, se ha sentido acechada de distintas maneras.

“Son solo ideas, estás paranoica”, se dice a sí misma al esquivar las miradas que volvían a caer como una historia repetida de los primeros años en el burdel, mientras al mismo tiempo, ve disminuir la clientela de parroquianos en su puerta o advierte la presencia de extraños personajes caminando por las calles donde usualmente camina. "Debe ser la mente que juega bromas", insiste frente al espejo.

No hay sitio con mejor vista en ese pueblito de la Sierra de Dios que “La Virgen”, una elevación al borde del abismo desde donde se puede ver todas las calles. Rosaura aprovecha la altura para aproximarse al filo y sentir al viento en su estado más puro sobre los árboles de abajo, además de admirar el territorio virgen a lo lejos, imposible de transgredir. Y tras ella, el pueblo, el hotel, la plaza, el burdel. Por un momento se siente en el medio de una batalla entre el viento y la realidad. De vuelta al burdel, se encuentra en la puerta con Mariella, la prostituta más vieja de Sierra de Dios y encargada de captar a las chicas desde niñas. La ha esperado toda la tarde y la recibe dándole gritos.

- ¿Tenías que arruinarlo, verdad?

- No sé de qué me hablas.

- No te hagas la tonta, niña. ¡Te estoy hablando del sobrino del Gobernador! Se atendió contigo la semana pasada.

A Rosaura se le hizo un nudo en el estómago. Mariella prosiguió:

- ¿Sabes qué has logrado? Que las rondas ya cuenten con el apoyo del ejército para cerrarnos en cualquier momento. ¿Qué diablos hiciste?

- No tenía idea que ese escuálido era el sobrino del Gobernador.

- ´Sí, lo era. Y también es parte del ejército...

- No entiendo por qué querría hacerme tanto daño.

- ¿Qué le hiciste que está tan furioso?

- Yo no lo he hecho nada. Él me ha querido besar en la cama y yo me lo he sacado de encima. Eso es todo.

- Él dice que lo estafaste. Que en este burdel todas somos ladronas y estafadoras, que es mejor que nos cierren.

- Lo dice porque no quise sacarme el sostén.

- ¿Y por qué carajo no te quitaste...? Bueno, eso es pasado. Lo que ahora necesitamos es que se calmen las cosas.

- ¿A qué te refieres?

- El Gobernador va a querer destruirnos, pero sin una prueba no va a poder hacernos nada.

- A mí no pueden verme. Me mataría, conociendo lo animal que es ese señor.

- Tú no puedes volver aquí, niña. Tu tiempo con nosotros se acabó. Y mejor que te vayas de este pueblo, porque eso de que hay vampiros que desangran gente no me lo creo para nada.

- ¿Vampiros que desangran gente? ¿De dónde has sacado eso?

- Está en todas partes. "La Zurda" ha dedicado toda la semana a hablar del tema. En la tele vi al mariposón ese que tiene su programa regional, La Charapa Renata. Fueron todas las familias de las víctimas de los vampiros. Aquí el guardián Tumbo y las otras chicas están con sus rosarios y sus collares ajos. Yo no me creo esa cojudez. Para mí que es el Gobierno. ¿Vampiros? Creen que somos idiotas, mamita.

- ¿Vampiros de esos que chupan la sangre, como en las películas? Y la gente se está creyendo eso.

- Han encontrado gente sin una gota en el cuerpo, según dicen en todos lados. Hasta en la posta hay una nueva vacuna contra los vampiros.

- ¿Tú no tienes miedo?

- Ya estoy vieja para tener miedo a estas cosas. Podría ser al Gobernador. Niña, te he querido mucho, medita el tiempo que necesites y te recomiendo que abandones esta ciudad. Ese loco es capaz de todo.

Rosaura rompe a llorar. Aunque el burdel es un lugar rudimentario y poco acogedor, es la única familia que ha conocido. En sus manos, Mariella deja un fajo de billetes. Se descuecen en un abrazo a mitad de la noche en la puerta del negocio, delante de una fila de mirones sin rostro ni valía.

Rosaura camina calle abajo por la empedrada de barro, preocupada por no resbalar. El dinero es el menor de los problemas, aunque sigue siendo uno muy grande. Aún no sabe cómo reaccionar, se atormenta preguntándose si putear ha de ser lo único en lo que se desempeñe, si la Sierra de Dios deba ser el único lugar donde viva, si este mundo tal vez sea demasiado pequeño para empezar de nuevo.

Al doblar la esquina, vuelve a tener ese extraño sentimiento de persecución y empieza a caminar más rápido y decirse a sí misma "son solo ideas, estás paranoica". Decide mirar atrás y en medio de las sombras, logra visualizar a un hombre al principio de la calle mirándola fijamente. Su agitación se precipita lo mismo que sus pesadillas se convierten en realidad, mientras corre bajo lluvia hasta la plaza. Se para en mitad de la pista en lo que detiene a una moto:

- Auxilio. Auxilio.

- Tranquilícese señorita, le ayudo…

- Lléveme, me siguen, avance…

Y se marchan con la moto varias calles abajo, corridos del susto de un posible final. “¿Habrá sido mi imaginación?”, se pregunta incesantemente, al mismo tiempo que le cuenta a su salvador la historia del hombre de la calle. Él la deja en la puerta del hotel en donde vive desde su inauguración. Rosaura le paga con uno de los billetes que le dio Mariella, agradecida de su destino. “No ha sido mi imaginación”, sentencia. Vigilante de sus pasos, al final de la calle alguien la aguarda.

A mitad de la noche, despierta amarrada de un pie y una mano en la cama. Detrás suyo, un incesante clavado destrozando cualquier concepto de piedad dentro del cuerpo de Rosaura, la preña de dolor. Ella, con la mano izquierda se coge el coño y al mirarlo embadurnado de sangre, solloza apretada a la almohada. Los gemidos se hacen más fuertes en sus oídos en lo que empieza a introducir un aparato y ella grita horrorizada del nuevo sufrimiento. El depredador está encapuchado, pero sus manos son torpes. Los golpes en la cabeza son tan brutales que los objetos se tornan borrosos, pero esa voz es la misma, también es la misma cadena de cruz la que suena en sus orejas.

Desmayada, él prosigue con unas navajas que usa para dejar un mensaje atemporal en la piel de Rosaura, cortándola hasta hacerla reaccionar de esos sueños donde extiende sus alas y vuela, para volver a este mundo de impresionante dolor. Emplea unas tijeras con las que se encarga de cortar su cabello negro.

Cuando Rosaura despierta, se encuentra sola en la oscuridad de su habitación, sobre las sábanas sangrientas, con un gran dolor en las piernas. No opta por ir al hospital ni hacer ninguna denuncia, y se toma varios días para recuperarse. En ese tiempo no deja de pensar en la voz de su captor, en la violencia de sus gemidos, en su aliento, en su sabor. Se siente atormentada con cada recuerdo y al cerrar los ojos, sus fantasías solo le causan pavor. Dormir también se la ha convertido en un problema y no hacerlo está haciéndola colapsar.

Por otra parte, el dinero cada vez se está volviendo más escaso y no puede volver a trabajar al burdel de Mariella. Y aunque ya no se siente acechada, ahora la desdicha la albergaba y la deprime en un charco cada vez más hondo. Se siente desnaturalizada, animal. Decide ir al único lugar en la Sierra de Dios donde se ha sentido libre alguna vez, “tengo que respirar”, piensa y camina desde su hotel hasta “La Virgen”, donde hay un risco desde donde se pueden ver los enormes árboles y el vientre el pueblo en todo su esplendor.

Rosaura sube escalón tras escalón de piedra, aferrándose con las manos para no tropezar. Y cuando llega al pico más alto, advierte en los árboles, el aullido de unos animales. Está al borde del abismo. Se arrodilla y se concentra en el árbol de donde salieron los primeros ruidos. De pronto, una criatura negra y alada emerge rabiosa desde la copa de un árbol cargando entre sus garras lo que parece ser una pareja de monos, trasladándose hasta la copa de otro árbol, haciendo estremecer la montaña.

Rosaura se tambalea y trata de ponerse a salvo, pero es arrastrada por las piedras que resbalan hasta el fondo del abismo. Su cuerpo es soportado por las hojas y por las ramas, sin embargo, yace a lado de un montón de rocas, con el cuello roto y desangrándose por dentro. No tiene posibilidades de sobrevivir. Uno con forma de barril de ron aparece tambaleándose y dando alaridos de borracho. Atrás suyo hay un perro atado a un árbol con gruesas cadenas.

- ¡Pobrecita! ¡Pobrecita! Toro, mira lo que has echo – le dice al perro-

- Acaso yo te pido que me hagan cazar atado a estos árboles.

El perro la miró fijamente a los ojos. Después, dirigiéndose a Frank, le contesta:

- Está perdida. Su destino es la muerte, nada se puede hacer.

- ¿Pero qué dices, Toro? Sugieres que la deje morir, pudiendo evitarlo–mira a Rosaura, despedazada- Sabes que existe otra solución.

- No hay solución para ella. Ni en esta ni en la otra vida tendrá salvación. Ni se le ocurra convertirla, señor Frank, atraerás la muerte.

- “Atraerás la muerte”.

- Exacto. No es prudente jugar con la muerte, el destino de la mujer está sellado. Convertirla solo traerá problemas.

- Nunca entenderé por qué. Imagínate un mundo de vampiros. No tendríamos que vivir en las sombras. Tendríamos una misión. No tendríamos que ir por las cordilleras, y el orden sería más sensato.

- ¿Más sensato?

- Exacto.

- Los seres menos sensatos que existen en este mundo son los vampiros. Sufren una demencia cuando su cuerpo les pide sangre y empiezan a tomar actitudes extrañas como empalar personas, arrasar ganado, desaparecer niños ...

-Llevo andando en esta tierra por más de 600 años y he conocido vampiros mucho más borrachos, obstinados e impulsivos que usted, señor Frank. Cualquier cosa que está pensando hacer en estos momentos, será un grave error.

- Lo dices porque quieres que la muchacha muera. Así funciona tu alma perversa de "Bargistt".

- Soy un Barghest. No disfruto la muerte, la auguro y muchas veces he tenido razón, usted y su hermano el señor Avery son testigos. Y puedo ver advertir un terrible mal en sus ojos, y también el final de nosotros si la conviertes.

- !Lo que sea!

Frank se queda viendo el cuerpo de Rosaura.

- No quiero que muera.

- No sea berrinchudo - señor Frank - Piense que diría su hermano Avery... No es lo correcto, haga caso...

- Al carajo con Avery.-dijo Frank- Yo me haré cargo.

- Entonces desamárreme, señor Frank.

- Te escaparás.

- Usted necesitará de muchísima ayuda una vez que convierta a la señorita. Obsérvala. No solo bastará convertirla, necesitará juntar sangre, encontrar madera para un ataúd, ocultarla de su hermano…

- ¿Prometes no huir?

- Lo prometo.

Y el enano se aproxima al árbol de donde está amarrado el animal y con unas enormes llaves del tamaño de su mano, lo deja libre. Un alarido le recuerda que en el piso, Rosaura está a pocos minutos de morir. De prontos, de los poros de la piel del enano empiezan a brotar una cantidad incalculable de vello; sus piernas y brazos se ensanchan; sus ojos se inyectan de sangre y un par de colmillos aparecen en su boca. El barghest Toro empieza a ladrar con todas sus fuerzas.

La criatura vampírica se aproxima al cuerpo de Rosaura. Ella permanece inerte y pálida, cuando Frank coge su brazo y se lo lleva a la boca, mordiendo y chupando la sangre que emana espesa de sus arterias. Como el caliente de vino que se había derramado sobre su ropa la noche anterior, ahora la sangre discurre por sus barbas y su pelaje, tiñéndolo de cuerpo entero, poniéndolo más animal con la chica ya despedazada por la caída, trepando por su ropa, penetrando su interior.

A los pocos segundos, la criatura pelirroja se corta en la muñeca con sus propias uñas afiladas y coloca su mano en la boca de Rosaura. El barghest Toro aúlla al pie de un árbol, cuando ella despierta de su tránsito a la muerte y empieza a beber de él entrelazados en el marco de la luna, resucitada y con la garganta seca como salvada del desierto. Sus órganos internos están regenerados, sus huesos en óptimo estado y una sangrienta sed que no había sentido antes, también despierta con ella.

CAPÍTULO 3

Avanzando a mitad del camino, un encapuchado le revienta la culata de la pistola en la parte parietal, discurriendo su sangre por toda la zanja. Las aves huyen de las copas de los árboles, asustadas por la decena de hombres que irrumpen en la selva virgen. Tiene los ojos vendados, pero recuerda las caras de sus captores. Con las manos atadas, se rompe la nariz contra el piso, entre las piedras y el barro. Un flujo de sangre discurre por su boca, escupiendo el chorro en un lodazal. Las otras pisadas han dejado de sonar. Sopla el viento frío de la noche. El rastrillo de un arma lo estremece. Por última vez, el muchacho repite lo mismo que viene diciendo desde que fue secuestrado horas atrás:

- El Capitán les dará lo que le pidan. ¡Déjenme hablar con él! ¡Tengan piedad!

Una marejada de disparos atraviesa su cuerpo, que cae agujereado y humeante en un lodazal. El mismo encapuchado que antes le había roto la cabeza con la culata de la pistola, camina hacia el cadáver y se quita la capucha. “Ojo por ojo”, rumia el hombre viejo. Es Darío Cusme, padre de una de las primeras “víctimas” de los vampiros de las noticias, Juan Cusme, y esposo de la desaparecida Berenice Guimaray.

- ¡Viva Sierra de Dios! – grita con el puño en alto, y los demás encapuchados aún con los rifles calientes, corean al unísono:

- ¡Viva!

***

Rosaura tiembla en un rincón, aunque su piel hierva por fuera. “Maldita suerte”, piensa, pero no tiene fuerza suficiente para levantarse. Los ojos le arden y al abrirlos siente al sol dándole puñaladas en la cara. Está en la transición de convertirse en vampiro y su interior sufre el proceso. Unas arcadas incontrolables la invaden y la levantan de donde está echada para arrojarla a un sucio charco, pero no logra vomitar nada, cayendo de rodillas, lastimándose contra las piedras. Jadea muerta de sed, estrujándose con cólicos en la barriga. No puede distinguir las cosas, pero logra escuchar la discusión que se da no muy lejos.

- No puedo creer que hayas cometido una irresponsabilidad tan grande.

- Ya no se puede volver atrás – responde Frank, en su estado natural. La prostituta tiene problemas para respirar.

- Espero no sea el final para ti ni para tu hermano. Y con respecto a la muchacha, los vampiros son seres inestables. Cuando no tienen la cantidad suficiente de sangre en el cuerpo, se comportan de formas muy extrañas. Algunos empiezan a empalar personas, otras arrasan el ganado. No se sabe con los vampiros. ¿Esta es tu primera conversión?

- Sí. –

- Lo suponía. Avery sabrá qué hacer. – El barghest empieza a alejarse.

- ¿Qué haces?

- No habrás creído un segundo que me quedaría a ayudarte.

- Entonces, ¿nos abandonas?

- Cuido mi vida, señor Frank. Le aconsejo que haga lo mismo con la suya. Y por favor, siga todas las indicaciones de Avery.

El perro se aleja a una velocidad fantástica en la oscuridad de la noche. El enano se queda dando brincos y dando insultos impronunciables en su sitio hasta quedarse sin aliento, después, voltea en dirección al lugar donde está Rosaura. Ella tiembla al encontrarse con los ojos de Frank, se queja y en cada lágrima que brota de sus ojos, siente ardor, dando alaridos incontenibles. El enano corre hacia ella y coloca su mano herida en la boca de Rosaura.

Sin dudar, comienza a morder duramente la carne y a tragar a grandes sorbos. Tiene unos pequeños colmillos nuevos con los que daña a Frank, quien apretando los ojos y los labios, prosigue la dolorosa transfusión. Así sucede hasta que el enano no soporta más, pone la mano en la cabeza de Rosaura y trata de quitársela de encima. Ella se resiste a dejar de morder el brazo y él utiliza sus piernas cortas para desprenderla de una patada. Ya en el suelo, Rosaura es abordada por los cólicos punzantes que la derrumban en quejidos. Sin embargo, puede mirar con claridad, sus ojos ya no le arden y tampoco tiene sed ni mucho dolor en los huesos. Contempla a su pequeño salvador, el mismo que se estira incómodo a pocos metros y que la mira de reojo.

- ¿Qué me está sucediendo? - le pregunta.

- Estás teniendo una conversión.

- ¿Voy a morir?

- Técnicamente, ya estás muerta. Ahora te estás pudriendo.

Rosaura empieza a llorar. Los cólicos llegan de forma punzante.

- No llores. Seguirás entre la gente, solo cambiarán algunas cosas…

- Pero, ¿por qué me has convertid?

- ¡Te he salvado de una muerte segura! – exclama el enano- Después de todo lo que he hecho por ti, deberías estar contenta. Ni si quiere me has dicho tu nombre.

- No te pedí que me salvaras. Me duele muchísimo el estómago. Me llamo Rosaura ¿Qué pasará conmigo?

- Pues… no lo sé. – dice Frank, titubeando- Es la primera vez que hago una conversión.

- ¿No lo sabe? ¡Ay Dios bendito, no lo soportaré más…

- Tranquilícese, señorita. Avery sabrá qué hacer.

- ¿Y quién es Avery? ¿Y quién es usted? Me duele muchísimo. Creo que te salió mal conmigo. Moriré y será tu culpa.

- Yo soy Frank. Y Avery es mi hermano mayor, señorita. Él seguro sabrá que hacer. No se desespere. Todo va a estar bien. Quédese aquí donde nadie pueda verla. ¿Me lo promete?

- Me estoy muriendo, ¡haga algo, Frank! – le grita- ¡No puedo soportar más! ¡Apresúrese, por favor! ¡Apiádese de mí!

- Si usted no me espera, no sobrevivirá. ¿Lo entiende?

- ¡Apresúrate por favor!– finaliza desesperada Rosaura.- Frank infla el pecho y se aleja por la montaña rumbo al bar del Congresista.

***

En la barra del bar, Albino coloca una botella de caliente de vino sobre la mesa de Avery, después de una excelsa presentación de dos horas.

- Te has lucido, Ave. ¿Te puedo decir Ave? – dice divertido el encargado.

- Es bueno trabajar aquí, Albino – y Albino llena la copa.- ¿Por qué tan poca gente? – pregunta, Avery.

- ¿Cómo no sabes? ¿Por qué siempre apareces en la noche? Un día debemos salir en la mañana. Verdad que recién te apareces después de días.

Ambos se ríen. Avery bebe de su copa, algo incómodo.

- Es broma, Ave. Aunque no lo creas, se trata de esta tontería de los vampiros. Todos están muy alarmados por eso y se ha puesto muchísimo peor.

- ¿Qué ha pasado?

- Hoy recibí una llamada desde Lima. Era el Congresista. Me pidió por lo que más quiera que anduviera con muchísimo cuidado (con lo mucho que nos entendemos) y me contó una infidencia. No le vayas a decir a nadie, aunque seguramente sale en cualquier momento a la luz.

- Dígame Albino, sin temores.

- Han hallado al sobrino del Gobernador sin una gota de sangre en el cuerpo. El Congresista ya no quiere venir por temor a que le pase algo y me ha puesto a cargo de su otro negocio de menús. Por supuesto que esto no ha aparecido en las noticias, pero lo que sí se oye por todos lados es la única verdad: Que sí hay vampiros.

La imagen del Gobernador se viene a la mente a Avery, en lo que siente unos golpecitos en el brazo. Es Frank. Albino lo mira con desdén en lo que el enano trepa a uno de los asientos.

- Buenas tardes, Frank. Los dejaré solos. – y se aleja al otro extremo de la barra.

- Sabes que no tienes que venir. Con esto de las noticias cualquiera es sospechoso, sobretodo uno pelirrojo y enano como tú.

- ¿Qué noticias?

- Están desapareciendo gente y dicen que es cosa de vampiros.

- ¿Vampiros como nosotros?

- Mira “La Zurda”.

El titular dice “DESANGRADA" y la noticia va sobre una señora, también de la comunidad, que encontraron sin una gota de sangre en la cancha de fútbol afuera del pueblo. En la misma portada se ve una vigilia contra la prostitución y en un pequeño recuadro se habla de la desaparición de Darío Cusme, líder opositor a las huestes del Capitán y último sobreviviente de esa familia.

- Ha pasado algo en el campamento. Una emergencia. – dice Frank.

- ¿Toro está bien? ¿Alguien los ha visto?

- Ese es un problema. Toro escapó.

- Piensa fríamente y dime, por la honra de nuestra madre, ¿cómo que Toro escapó?

- Lo desamarré para que me ayude con Rosaura, supuse que necesitaría ayuda después de la conversión…

El enano se estira y hace un esfuerzo para servirse una copa de caliente que rápidamente sorbe. Las personas a su alrededor oyen el ruidoso gesto y Albino lo mira incómodo desde la barra.

- ¿Quién es Rosaura?

- La chica que convertí hace unas horas. – dice Frank mirando a los ojos de Avery, quien aprieta unas servilletas que tiene sobre la mesa.

- Avery, no te enfades… la niña iba a morir, fue un acto de humanidad.

- ¿Humanidad? –exclama Avery y la mesa de al lado voltea a verlos. Él sonríe y los distrae con un juego de palabras.

- ¿Humanidad? – repite en voz baja, pero determinante- No te equivoques, Frank. Somos monstruos, “no vivos”. Vampiros, habitantes de la oscuridad. Nosotros no tenemos esos gestos.

- Bueno, lo tuve.

- ¿Por qué ella no está contigo?

- En el campamento.

- ¿La dejaste sola?

- ¿Hay algún problema con eso?

- Enano idiota. No puedes dejar solo a alguien que acabas de convertir. –

- Estaba a punto de morir, Avery. Debemos encontrarla...

- Ahora debe estar cargándose a todo el pueblo.

- No parecía peligrosa.

- Eso no depende de ella. Lo he visto antes: un simple hombre es mordido y al día siguiente, todo el pueblo se queda más vacío que un desierto. Es inevitable. Por eso no convertimos a nadie, enano estúpido. – y le da un cocacho que, otra vez, lo reduce en una larga caída hasta el suelo. Las personas a su alrededor se ríen, mientras Albino recoge las copas y Avery procede a pagar las rondas.

Una silueta se mueve entre la niebla. La calle está vacía. Las nubes y la lluvia acompañan el canto de los grillos mientras los punzantes golpes parecen abrir un hoyo en su vientre. Rosaura se apoya en las paredes de piedra para no tropezar, le duelen los ojos pero puede con eso, así como pudo subir la montaña para huir del campamento. Una nueva energía fluye por sus venas, aunque sigue adolorida por los golpes, los cólicos y atormentada por los dolores de cabeza. El único momento en que todo se volvió lo más parecido a la gloria fue cuando tuvo la sangre discurriendo por sus dientes, entrando en su interior, quitándole todos los males.

Atraviesa la puerta de madera de la parte trasera del burdel, donde hay algunas gallinas. Estas empiezan a cacarear dentro de sus jaulas. Rosaura está tan confundida que siente que podría caer en cualquier momento. Hay un jardín y después, el burdel de dos pisos. Coge una piedra y la avienta a la ventana del segundo piso, pero nadie se asoma. El estómago le estalla y tropieza. Hace un segundo intento, pero es en vano. Empieza a alumbrar los primeros rayos del alba que se clavan en su piel como espinas. Siente que no habrá solución y que en cualquier momento perderá la conciencia. Se sin rumbo fijo cuando escucha que alguien la nombra desde la puerta. Son Mariella y el guardián Tumbo, quienes la miran desde la puerta del burdel. La noche en que fue despedida por Mariella, presa del temor a las represalias del Gobernador, no hubiera imaginado jamás el horror que se avecinaba.

***

CAPÍTULO 4

La niebla sumerge a Sierra de Dios en esas horas de la noche en la que todos duermen, salvo algunas almas que nocturnas retan a la mañana a ver si esta no se cobra alguna vieja venganza. Rosaura yace desmayada, temblando en una habitación, mientras Mariella le pose paños fríos en la frente. Dos mujeres puestas de rodillas a su lado, una muy parecida a la otra, ayudan a darle aire en su cama. Tumbo da vueltas por la habitación cargando un rosario en la mano.

- ¿Viste su ropa? ¡No podemos tenerla aquí! – replica, apurado.

- ¡Ya cállate! – contesta Mariella-

- Es una de nosotras. – dice una de las prostitutas. Su nombre es Júbilo. – Debe estar golpeada.

- Ella no va a irse, ¿verdad Mariella?. – pregunta la otra prostituta. Mariella asiente.

- Mira nomás como ha venido, vieja.- dice Tumbo dirigiéndose a Mariella. Rosaura está embadurnada de sangre de pies a cabeza, pero en su cuerpo no se ve una sola herida. - Para mí que la agarraron los vampiros de las noticias y ha venido a vengarse de que la botaste…

- Esperanza, – dice Mariella, señalando a segunda de las dos prostitutas arrodilladas- trae un poco de agua caliente. Y tú – refiriéndose a Tumbo – Calla de una vez esa boca que solo sabe decir sandeces. La conozco desde niña y ella sería incapaz de hacer daño a alguien. Esa sangre debe ser de cualquier otra cosa…

- Pobre Rosaura – lamenta Júbilo

- ¡Nada de pobre! –exclama el Tumbo alzando los brazos.- ¿Ya vieron su boca? Segurito tiene colmillos.

Las tres prostitutas se acercan lo más posible y Mariella sujeta con ambas manos la mandíbula de Rosaura. Júbilo la agarra de los pies y Esperanza apoya sus manos en los hombros de la prostituta inconsciente. Tumbo aprieta el rosario que trae entre las manos. Hay un calor sofocante en la habitación.

- Tal como lo pensé –dice Mariella.

- Cero colmillos – añade Júbilo.

Las mujeres se apartan relajadas del cuerpo, pero Tumbo permanece inmutable en su rincón de la habitación.

- Tal vez los tiene ocultos, o sabe Dios cómo funcionan los colmillos. Sólo mírala, vieja, está toda llena de sangre. Y si no es un vampiro, entonces debe estar en un problema mucho más grande. Robo, asesinato, tal vez…

- Eso sí es cierto. – añade Júbilo.

- Yo creo que se la entregamos al Gobernador. – sugiere Tumbo

- ¿Sabes lo que esa bestia le haría? – responde Esperanza. Júbilo empieza a temblar.

- No vamos a entregar a nadie. –sentencia.

- ¡Está despertando! – exclama Júbilo.

- ¡Rosaura, Rosaura, estás bien – se apresura Mariella- Esperanza, trae agua rápido, niña.

Júbilo agarra el trapo y limpia el sudor de la frente de Rosaura, mientras Mariella recibe el vaso y se lo da de beber. Tumbo se pone de rodillas y empieza a orar desde su sitio y en silencio.

Rosaura se fija en el rojo de las paredes de la habitación. Siente el agua como un chorro de viento en su garganta. Reconoce a las prostitutas, y al tenerlas tan cerca a su boca, pese a la familiaridad, empieza a pensar que bien podría levantarse del lecho y morderlas hasta secarles la última gota. Sus encías le duelen y cierra la boca. Una serie de airados pensamientos pasan como un terremoto por su cabeza congestionada. Luego reacciona, “¿en qué estás pensando?”, piensa horrorizada.

- Niña, ¿puedes hablar? – pregunta Mariella.

- ¿Qué sucedió? – contesta Rosaura.

- Te desmayaste en el jardín. –

- ¿De quién es la sangre? – interrumpe abruptamente Tumbo.- Y no nos mientas, porque iremos con el Gobernador. –

- ¿Te sientes mejor? –continúa Mariella. - Tu ropa, niña. Di algo.

Rosaura mira su atuendo por primera vez. Está hecha un desastre por el barro y la sangre marrón impregnada en distintas partes. Intenta concentrarse pero se pierde en el olor de los demás, invadida por un nuevo aroma que la hace salivar y agachar la mirada para no desconocerse en ese momento. Los mismos aciagos pensamientos de hace un rato se intensifican en su cabeza. Si antes los cólicos y los dolores la desquiciaban, ahora, su necesidad de sangre se manifestaba en su exterior. Trata de verlos intentando mantener el control, pero sus alientos y respiraciones provocan demasiada tensión y ella solloza, irritada, hundida en las sábanas. Además, sus rostros piden una explicación. ¿Por dónde empezar? A estas alturas no sabe bien cuál es el mayor de sus males. Solo desea cerrar los ojos, dejar de sentir. Mariella y los demás observan cómo Rosaura se comprime dolorosamente sobre la cama. Están palidecidos.

***

Las calles de Sierra de Dios están inundadas de gente, quienes con piedras, cruces y palos caminan en hordas hacia la plaza. Se pueden ver rostros conocidos en la fría noche, como el de Albino, quien empuja la silla de ruedas donde una anciana carga una docena rosarios. A mitad de la calle, interfiere el paso apresurado de los hermanos.

- ¡Ave! ¡Avery! Madre, le presento al sr. Avery. Él es un gran músico. Y ese enano es Frank.

- Buenas noches. – saluda Avery

- Hola. – dice Frank.

- Es un sombrero muy elegante, señor Avery. – dice la anciana

- Gracias señora. Entiendo que esos rosarios son por la presencia de vampiros en la zona.

Frank desea seguir buscando a Rosaura entre la gente y tira de la mano de su hermano, pero recibe una patada.

- Quédate quieto…

- ¿Qué le sucede? – pregunta la anciana

- Así son los enanos, señora. Excúselo.

- No te preocupes madre, así es Frank. Un ser tedioso. – señala Albino.

El enano se aguanta algunas groserías, pero le manda una mirada de odio a Albino.

- Esta noche acabará todo, señor Avery. - contesta la anciana.

- ¿Cómo dice?

- Eso te pasa por salir en la noche, no consigues ningún periódico. Salió esta mañana en “La Zurda”.

- ¿Lo del sobrino del Gobernador?

- No sólo eso. Dicen que esa misma noche estuvo con una prostituta, una tal Rosaura, ha salido su foto y todo. Con ella podría acabarse toda esta crisis de los vampiros.

- ¿Qué quieren decir? – pregunta el enano, anonadado.

- ¡Que ella es el vampiro! – exclama la anciana.

- No te exaltes madre- Sí, Frank. Ella es el vampiro. Al menos, en “La Zurda” la sindican de presunta asesina del sobrino del Gobernador. Todos sabemos que más probable es que sea el vampiro. Salió su foto y se le veía demoníaca, poseída. Además, hay un montón de testimonios que dicen que hace rituales, hace daño a sus clientes…

- Entonces irán a cazarla.

- Tenemos que estar seguros, Avery, pero estás en lo cierto. Muerto el perro se acaba la rabia. El Gobernador ha enviado concentrarnos en la plaza. Iremos en breve al burdel a pedir que nos la entreguen. ¿Contaremos con ustedes?

- Por supuesto – señala Avery. Frank asiente con la cabeza.

Los hermanos se despiden del mozo y su madre, abriéndose paso entre la gente.

- Tenemos que ir cuanto antes al burdel – dice Frank saltando las piedras para llegar.

- No podemos seguir viviendo aquí. En cualquier momento van a descubrir nuestro campamento con los ataúdes o van a sospechar de nuestras actividades. ¿Ves que Albino dice que no salgo por las mañanas? Para descubrirnos, se empieza con esas pequeñas cosas - prosigue- Olvídalo Frank, deja que ellos se encarguen la prostituta. ¿Total, tienen a su vampiro?

- Yo la convertí, Avery.

- En primer lugar tú no le hiciste caso a Toro cuando te advirtió que el destino de Rosaura estaba marcado por la muerte. No hay nada que hacer para cambiarlo.

- Ayúdame a salvar a Rosaura del Capitán y de estas personas. Sabemos que ella no asesinó a ese hombre.

- No tienes ni idea. Lo mejor es volver al campamento e irnos de una vez.

Avery se aparte de Frank y camina en dirección opuesta.

- No puedo creerte.

- ¿Qué no crees, Frank?

- ¡No necesito de tu ayuda! – Frank se acerca a las piernas de Avery y se pone frente a él.- Iré por mi cuenta. – y pone sus patitas a andar.

- ¡Enano obstinado! – grita Avery.

Frank corre calle abajo sin mirar atrás, usando toda la destreza y agilidad que le proporciona su naturaleza vampírica. De esta manera, recorre kilómetros en cuestión de minutos, contando el tiempo e implorando no ver la multitud con las antorchas, las cruces y los palos antes de hallar a Rosaura. Maldice el momento en que no escuchó el consejo del perro y se pregunta si vendría lo mismo haberla dejado morir tras la caída del risco a vivir eternamente como un monstruo. Él tampoco eligió esta maldición y eso tenía que ver con un oscuro secreto. Lo acosa el sentimiento de la muerte, y si bien no sentía culpa al momento de alimentarse de cualquier vagabundo o campesino sin nombre que encontraba por las cordilleras, se sentía responsable del destino de Rosaura.

El enano llega al portal del burdel. Golpea con sus bracitos y puños cerrados, pero nadie abre. Entonces un intenso aroma se apodera de él. Es un olor conocido, familiar y necesario. “No puede ser”, piensa. Embiste la puerta derrumbándola con fuerza sobrenatural para cualquier enano y hombre de tamaño normal e irrumpe en la primera planta del burdel. El paisaje es desolador: Paredes manchadas, cuerpos cortados y esparcidos, cabezas degolladas y otras perlas dignas de un circo de horror. En el fondo de la habitación, abrazada a sus rodillas en un rincón, Rosaura tiembla con el cuerpo, la cara y los cabellos cubiertos de sangre. Al ver al enano echa un grito inhumano, como el chillido de un animal venido del infierno. Frank contempla su creación desde el portal, lamentando la desgracia de su destino.

***

CAPÍTULO 5:

Las antorchas prenden el cielo negro esta gélida noche cuando el Gobernador y el resto del pueblo detienen su paso en las afueras del burdel. Dentro del vulgo, un mar de ojos solo existe para cobrarse la venganza de todos los muertos de Sierra de Dios. En el piso están regados junto a las piedras y los palos, un montón de ejemplares de “La Zurda” en donde aparece la cara de Rosaura señalada como presunta homicida del sobrino del Gobernador. Y él alza la antorcha de fuego dando gritos y avivando a la gente contra las putas, que no salen del burdel.

- ¡Mariella! – grita el ofuscado - ¡Entreguen a la prostituta!

El grito cae en el vacío. La puerta del burdel está derrumbada y sólo la separa de la multitud el chorro de luz roja que sale del interior, pero nadie se atreve a ingresar. Desde el más anciano hasta el más joven, desde el más culto hasta el más fanático de los habitantes de Sierra de Dios, saben que se enfrentan a un enemigo oscuro y tenebroso. Pero si bien el temporal está desbordado de miedo, el Gobernado está decidido a que el terror no pase de esta noche.

Deciden adentrarse en el burdel, seguido por la gente de su entorno. “En cualquier momento, el vampiro puede aparecer”, entiende. Atraviesa la primera habitación con suma lentitud, arrastrando los pies y empuñando el rifle. Pero no aparece nadie. Las paredes están manchadas de sangre y hay una pestilencia única, mas nadie aparece. Así recorren todo el burdel, de cabeza abajo, airados con las antorchas, los palos y las armas, y en cada habitación vacía, el Gobernador maldice con toda su alma la suerte de la prostituta.

***

- ¿Ves ese humo negro? – indica Avery – Algún día agradecerás haberte largado de ese pueblo.

Frank se sienta sobre una piedra. Él más alto lo observa preocupado:

- No entiendo por qué te importa tanto.

- Ha muerto por mi culpa.

- Si me dieran una moneda por todas las personas que han muerto para que pueda vivir con tranquilidad en estas cordilleras.

- Los vagabundos no cuentan como personas. Además, yo le había devuelto la vida. Así que es mi culpa y no sé si pueda vivir con eso.

- Entonces, ¿qué harás? ¿Saldrás por la mañana? ¿Te prenderás fuego?

- ¡Pues sí! - exclama el enano.

- No tienes que hacerlo.

- ¿Por qué lo dices?

- Porque no está muerta.

- ¿Cómo lo sabes?

- Mis sentidos están mucho mejor desarrollados que tú y ese aroma es de otros cuerpos.

Se encoje de hombros y se rasca la cabeza pelirroja con sus largas uñas.

- ¿Te estás olvidando de contarme algo, Frank?

- Rosaura no pudo controlarse y atacó a la gente del burdel. La encontré mientras se alimentaba de los cadáveres de las prostitutas.

- ¿Tengo que decirte “Te lo dije”?

- Ahora tenemos que ir por ella. Está descontrolada…

- Lo primero es encontrar a Toro.

- ¿Para qué lo necesitamos?

- Los barghest traen la muerte alrededor de los mortales. Necesitamos atraparlo antes que ocasionemos más males de los que hemos ocasionando. Es un verdadero peligro que ande suelto por allí. Después podremos ocuparnos de Rosaura.

-

Fran y Avery se vuelven hacia el borde de la montaña, desde donde se puede ver el humo negro saliendo en espiral del burdel. Pronto vendrá la mañana y tienen que llegar a los ataúdes del campamento para descansar por última vez en Sierra de Dios.

***

El Congresista y el Gobernador dialogan por teléfono a distancia.

- Lamento muchísimo su terrible pérdida, Gobernador. Nos ha golpeado a todos aquí en Lima…

- Ni lo diga, señor Congresista. Mi sobrino era un gran hombre…, pero en una guerra todos pierden.

- Es un héroe. Que no le quede ninguna duda que será reconocido aquí en el Congreso por toda la bancada de la Nueva Izquierda.

- Gracias señor.

- Ahora bien, ¿Cómo le parece qué quedó ese asunto de los vampiros?

- Diez de diez.

- Ya nadie dice nada del reportaje de la cruda.

- Sí, sí, señor Congresista.

- ¿Y qué será de ella?

- Creo que sacará otro reportaje.

- Puta madre…

- No se preocupe, Gobernador – señala el Congresista- Aquí ya sabemos reaccionar ante cualquier destape. No importa lo que diga, ya tenemos el próximo titular por publicarse en “La Zurda”. Además, desde Inteligencia me dicen que la muchacha anda conversando con unos que les llaman “Los Pirómanos” y que es sospechosa de graves delitos de terrorismo. Tú descuida, que ellos se encargarán. Nadie va a salir perjudicado. 


FIN 


Escrito por

Piero Ramos Rasmussen

Escritor de "Transgresión" (El Viaje, 2014), "Edén" (Carto Pirata, 2016). Vocalista de "Lo Ultraterrestre".


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